LA REBELIÓN DE CONSTANTINO.








La rebelión de Constantino III en Britania a principios del siglo V es un episodio crucial en la historia del fin del dominio romano en la isla y el inicio de la fragmentación que llevaría a la formación de los reinos anglosajones. Este levantamiento, que se inscribió dentro de un contexto más amplio de crisis y desmoronamiento del Imperio Romano de Occidente, tuvo profundas repercusiones tanto para Britania como para el continente europeo.

Para entender la rebelión de Constantino III, es fundamental situarla en el marco de la decadencia del Imperio Romano de Occidente. Desde finales del siglo IV, el Imperio se encontraba en una crisis constante, agravada por múltiples factores, entre ellos la presión de los pueblos bárbaros en las fronteras, la corrupción interna, la inestabilidad política y las crecientes dificultades económicas.






Britania, una provincia romana desde la conquista de Claudio en el año 43 d.C., había sido una parte importante del Imperio, proporcionando tropas y recursos. Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo IV, la isla comenzó a verse cada vez más aislada. La lejanía de Roma y las constantes incursiones de pictos, escotos y sajones hacían difícil su defensa. A finales del siglo IV y principios del V, las legiones romanas fueron retiradas en repetidas ocasiones para hacer frente a crisis en el continente, debilitando la capacidad defensiva de Britania.

Además, el establecimiento de los foederati en el continente, especialmente de los visigodos en la Galia, distrajo aún más los recursos militares del Imperio. Roma priorizaba la defensa de sus provincias más ricas y estratégicas, dejando a Britania en una posición secundaria. Para los britanos romanizados, esto significó una creciente sensación de abandono y la necesidad de tomar medidas por su cuenta para garantizar su seguridad.

Constantino era un soldado de rango medio que, en el año 406 o 407, fue proclamado emperador por las tropas en Britania. Se desconocen detalles exactos sobre su origen, pero su ascenso fue impulsado por la necesidad de las tropas de contar con un líder fuerte en un momento de crisis extrema. La proclamación de Constantino III se dio tras una serie de fracasos de otros pretendientes, lo que sugiere que su elección se basó más en la desesperación que en una confianza absoluta en su capacidad de gobernar.

Constantino comprendió que la defensa de Britania era insostenible sin el respaldo imperial, por lo que decidió trasladarse a la Galia con el objetivo de consolidar su poder y obtener reconocimiento como emperador legítimo. Para ello, cruzó el canal de la Mancha con sus tropas y estableció su base en la Galia, donde encontró un panorama de devastación debido a la invasión de los vándalos, suevos y alanos.





Al llegar a la Galia, Constantino III tuvo que enfrentarse tanto a las fuerzas leales a Honorio como a los invasores bárbaros. Su primer gran logro fue asegurar la lealtad de las guarniciones en las principales ciudades galas, lo que le permitió consolidar su posición. Posteriormente, envió a sus generales, Justo y Nebiogastes, a someter las fuerzas hostiles. Aunque Nebiogastes fue derrotado, Constantino logró una victoria clave que le permitió fortalecer su dominio.

El siguiente paso de Constantino fue la campaña en Hispania. Allí, logró que la aristocracia local y las fuerzas militares aceptaran su autoridad, enviando a su general Geroncio a mantener el control. Sin embargo, en 409, los suevos, vándalos y alanos atravesaron los Pirineos y se establecieron en la península ibérica. Esto generó un escenario caótico en el que Geroncio, descontento con Constantino, se rebeló y proclamó a Máximo como emperador.






Mientras Constantino trataba de consolidar su poder, los bárbaros continuaban sus incursiones en la Galia. Los vándalos, suevos y alanos habían aprovechado la crisis para asentarse en diversas regiones. Inicialmente, Constantino trató de contenerlos, pero su capacidad militar se vio limitada debido a las múltiples amenazas a su dominio. La falta de un ejército unificado y las traiciones dentro de su círculo hicieron que los esfuerzos para detener la expansión bárbara fracasaran.

En Hispania, la situación se volvió insostenible cuando Geroncio se volvió en su contra. Las fuerzas leales a Constantino intentaron recuperar el control, pero la guerra en múltiples frentes debilitó su posición. El emperador Honorio, al ver la debilidad de su rival, envió al general Constancio con un ejército para acabar con Constantino III.

Su declive se aceleró en 411, cuando las fuerzas de Constancio sitiaron la ciudad de Arlés, donde Constantino se había refugiado. Sin apoyo y con el colapso de su red de alianzas, intentó negociar su rendición, con la esperanza de recibir clemencia. Sin embargo, fue capturado y enviado a Rávena, donde fue ejecutado poco después.

La rebelión de Constantino III y su retirada de Britania tuvieron consecuencias desastrosas para la provincia. Sin tropas romanas para defenderla, la isla quedó a merced de los ataques de los pictos, escotos y sajones. La población local, desprovista del apoyo del Imperio, envió repetidas peticiones de ayuda a Roma.







La respuesta de Honorio en 410 es conocida como el "Rescripto de Honorio", en el cual el emperador instaba a los britanos a defenderse por sí mismos. Este documento marca, de facto, el fin del dominio romano en Britania. Si bien algunas comunidades intentaron mantener las estructuras romanas por un tiempo, la falta de apoyo y la creciente presión de los invasores llevaron a la fragmentación de la isla en pequeños reinos autónomos.

El vacío de poder dejado por la retirada romana permitió la llegada de los anglos, sajones y jutos, quienes paulatinamente se establecieron en Britania y dieron origen a los futuros reinos anglosajones. Además, la caída de Constantino III fue uno de los muchos episodios que evidenciaron la incapacidad de Roma para controlar su propio territorio, un síntoma del colapso definitivo del Imperio Romano de Occidente en 476.


En resumen, la rebelión de Constantino III fue un acontecimiento clave en la historia de Britania y del Imperio Romano. No solo selló el destino de la isla al abandonarla a su suerte, sino que también demostró la fragilidad del poder imperial en un momento de crisis profunda. Su breve ascenso y estrepitosa caída reflejan el caos político de la época y anticipan el surgimiento de la Europa medieval.




JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.



Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con 16 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:

- HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II. EL MUNDO ROMANO (2ª)
Autor/es: Fernández Uriel, Pilar. Editorial: U.N.E.D.


- Historia Medieval (Siglos V-XII) Editorial Universitaria Ramón Arcés. J. Donado Vara, A. Echevarría Arsuaga.




- Histocast 187. Flavio Estilicón.



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