LA FUNDACIÓN DE CAESARAUGUSTA.
La fundación de Caesaraugusta, la actual Zaragoza, se remonta al año 14 a.C., cuando el emperador César Augusto decidió establecer una colonia romana en un enclave estratégico de la península ibérica. Esta ciudad, única en el Imperio en llevar el nombre completo del emperador, se erigió sobre la ya existente población íbera de Salduie, cuyos habitantes habían adoptado la cultura romana tiempo atrás. La elección de este lugar no fue casual; su ubicación en la confluencia de los ríos Ebro, Gállego y Huerva lo convertía en un punto neurálgico para el comercio y la comunicación.
La fundación tuvo una motivación principalmente militar y estratégica. Tras las guerras cántabras, Augusto buscaba consolidar su dominio en la región y garantizar la seguridad de las rutas comerciales. Para ello, asentó en la nueva colonia a veteranos de las legiones IV Macedónica, VI Victrix y X Gémina, quienes habían participado en las campañas del norte. Estos soldados licenciados no solo aportaron experiencia militar, sino que también contribuyeron al desarrollo urbano y económico de la ciudad.
El diseño urbanístico siguió los cánones romanos clásicos. La ciudad se estructuró en torno a dos ejes principales: el cardo máximo, que discurría de norte a sur (aproximadamente la actual calle Don Jaime I), y el decumano máximo, de este a oeste (desde la calle Mayor hasta la calle Manifestación). Estas vías principales se cruzaban en el foro, el corazón político, religioso y comercial de la ciudad. El trazado en cuadrícula resultante facilitaba la organización del espacio urbano y la distribución de las insulae o manzanas.
El foro, situado cerca del puerto fluvial, era el centro neurálgico de la vida pública. En él se encontraban edificios de gran relevancia, como la curia (sede del gobierno local), la basílica (espacio para transacciones comerciales y administración de justicia) y diversos templos dedicados a las deidades romanas. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz restos de un mercado de la época de Augusto, así como estructuras de la ampliación realizada bajo el mandato de Tiberio, que incluyen una gran cloaca y cimentaciones de pórticos.
El puerto fluvial desempeñaba un papel crucial en el comercio y la economía de Caesaraugusta. Ubicado en la orilla derecha del Ebro, facilitaba la llegada de mercancías desde diversos puntos del Imperio, especialmente desde Dertosa (actual Tortosa), y permitía la exportación de productos locales como trigo, vino y aceite. Las instalaciones portuarias estaban conectadas directamente con el foro a través de una amplia escalinata, lo que evidencia la integración entre las actividades comerciales y la vida pública de la ciudad.
La infraestructura hidráulica de reflejaba el avanzado conocimiento técnico de los romanos. La ciudad contaba con un sistema de abastecimiento de agua potable que incluía acueductos y tuberías de plomo, algunas de las cuales se han encontrado en excavaciones recientes. El agua provenía de fuentes naturales situadas en las cercanías, como las de La Marlofa y La Joyosa, y recorría más de 20 kilómetros para llegar a la ciudad. Además, se han documentado complejas redes de alcantarillado y cloacas destinadas a la evacuación de aguas residuales, lo que demuestra una planificación urbana orientada al bienestar de sus habitantes.
Las termas públicas constituían otro elemento esencial en la vida cotidiana de la urbe. Más allá de su función higiénica, eran lugares de encuentro social y esparcimiento. Entre el foro y el teatro se alzaban unas termas cuya actividad se extendió desde el siglo I a.C. hasta el siglo IV d.C. De estas instalaciones se han conservado restos de letrinas públicas y una piscina al aire libre (natatio) rodeada de columnas, que posteriormente fue añadida en el mismo emplazamiento. Estas estructuras evidencian la importancia que los romanos otorgaban al cuidado del cuerpo y a la socialización en espacios públicos.
El teatro romano, construido en la primera mitad del siglo I d.C., es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Con capacidad para unos 6.000 espectadores, seguía el modelo del Teatro Marcelo de Roma. Su estructura, formada por anillos concéntricos y muros radiales, estaba construida en opus caementicium y recubierta con placas de piedra caliza. A diferencia de otros teatros que aprovechaban desniveles naturales del terreno, este se edificó sobre una superficie plana, lo que requirió soluciones arquitectónicas innovadoras, como la creación de galerías abovedadas para sostener el graderío.
La muralla, cuya construcción se inició en el siglo I y se completó en el siglo III, rodeaba la ciudad con un perímetro de aproximadamente 3 kilómetros y contaba con 120 torreones defensivos. Estas fortificaciones no solo servían para proteger la ciudad de posibles invasiones, sino que también delimitaban su expansión urbana. Hoy en día, se conservan tramos de esta muralla, especialmente en el extremo noroeste de la antigua ciudad romana, cerca del Torreón de La Zuda.
La vida en la ciudad durante los siglos I y II d.C. reflejaba la prosperidad y el dinamismo característicos de una colonia romana en pleno auge. La ciudad albergaba una población diversa, compuesta por romanos, indígenas romanizados y comerciantes de diferentes procedencias. Esta mezcla cultural se manifestaba en las costumbres, la arquitectura y en la religión, donde convivían los cultos tradicionales romanos con influencias locales e incluso orientales. Se han encontrado inscripciones y restos arqueológicos que evidencian la adoración a dioses como Júpiter, Marte, Minerva y a divinidades vinculadas con el comercio y la protección de la ciudad, como Mercurio y Hércules.
Uno de los aspectos más relevantes de la vida en Caesaraugusta era su carácter administrativo y político. Como colonia inmune, es decir, con privilegios fiscales y autogobierno, la ciudad era gestionada por un senado local (ordo decurionum) formado por los ciudadanos más influyentes. El gobierno estaba a cargo de dos duunviros, elegidos anualmente, quienes supervisaban la administración, la justicia y las obras públicas. También había ediles encargados del mantenimiento urbano y cuestores responsables de la recaudación de impuestos y la gestión económica.
El comercio y la artesanía desempeñaban un papel clave en la economía. El puerto fluvial facilitaba el intercambio de productos, mientras que los mercados y talleres proveían a la población de bienes esenciales. Entre los productos más comercializados destacaban la cerámica sigillata hispánica, el vidrio, los tejidos y la metalurgia. Se han hallado restos de alfarerías en las afueras de la ciudad, así como objetos de lujo importados de otras partes del Imperio, lo que demuestra una sociedad con un nivel de vida elevado.
En cuanto a la vivienda, coexistían domus (casas unifamiliares de familias acomodadas) y insulae (edificios de viviendas de varias plantas para la población menos pudiente). Las domus solían contar con patios interiores, mosaicos decorativos y sistemas de calefacción mediante hipocausto. Algunos ejemplos de estas viviendas han sido descubiertos en excavaciones en el centro histórico de Zaragoza, como en la zona de San Juan de los Panetes.
El ocio y la cultura tenían gran importancia en la vida cotidiana. Además del teatro, donde se representaban tragedias, comedias y espectáculos musicales, existían anfiteatros donde se celebraban luchas de gladiadores y naumaquias. Aunque no se han encontrado restos directos de un anfiteatro en Caesaraugusta, es posible que existiera uno en las afueras de la ciudad, como era habitual en las colonias romanas.
La educación y la alfabetización eran accesibles principalmente para las clases altas, cuyos hijos podían recibir formación en retórica, literatura y derecho. Se han encontrado inscripciones en latín y grafitos en cerámica que muestran un alto grado de alfabetización en la población urbana. La presencia de inscripciones votivas y funerarias sugiere que muchos ciudadanos sabían leer y escribir, al menos lo suficiente para cuestiones básicas.
El declive de Caesaraugusta comenzó a partir del siglo III d.C., cuando el Imperio Romano entró en crisis. La ciudad sufrió los efectos de las invasiones germánicas y la inestabilidad política. Durante la dominación visigoda, aunque perdió parte de su esplendor, continuó siendo un importante núcleo urbano. La llegada de los musulmanes en el siglo VIII transformó por completo la estructura de la ciudad, que pasó a llamarse Saraqusta y se convirtió en una de las principales urbes de Al-Ándalus.
A pesar de las sucesivas transformaciones, la huella de Caesaraugusta sigue presente en Zaragoza. Los restos arqueológicos dispersos por la ciudad, como el foro, el teatro, las termas y la muralla, permiten conocer la grandeza de esta colonia romana y su papel fundamental en la historia de Hispania. Gracias a los trabajos de conservación y divulgación, hoy es posible recorrer la Zaragoza romana y comprender cómo era la vida en una de las ciudades más importantes del Imperio en la península ibérica.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con 16 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II. EL MUNDO ROMANO (2ª)
Autor/es: Fernández Uriel, Pilar. Editorial: U.N.E.D.
https://patrimonioculturaldearagon.es/patrimonio/teatro-romano-de-zaragoza/?utm_source=chatgpt.com
https://legionixhispana.com/2017/03/15/caesaraugusta/
https://www.zaragoza.es/sede/portal/cultura/patrimonio/arqueologia/caesaraugusta
https://www.turismodearagon.com/ficha/ruta-de-caesaraugusta/
https://ifc.dpz.es/publicaciones/biblioteca2/id/2
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