BATALLA DE BOUVINES.
ANTECEDENTES.
Tras la guerra de 1202, el rey Juan sin tierra de Inglaterra había perdido varias posesiones inglesas en Francia como Normandía y Anjou, conservando únicamente la Aquitania... El rey francés, Felipe Augusto, seguía la política de recuperación de tierras y poder para la corona iniciado desde Hugo Capeto. En Alemania se sucedían los conflictos internos entre Güelfos y gibelinos, con la intromisión del papa y Francia, que llevaron al derrocamiento de Otón IV en detrimento de Federico II Hohenstaufen en el 1212.
Juan se quedo con la espina clavada de la guerra de 1202 por lo que las ganas de revancha y de recuperación de su imperio angevino le llevaron a realizar una política fiscal abusiva, como el cobro de escudajes fuera de contiendas militares, multas, tasas… que como consecuencia produjo la ruptura política con sus barones, que no le apoyarían en la guerra venidera. Ante esto, centró sus esfuerzos políticos en el extranjero. Recluto a la causa a los condados de Flandes y Boulogne, además de al emperador Otón IV de la casa güelfa, quien también tenía pendiente la revancha con Felipe por la ayuda de este a su contrincante imperial. Además de estos aliados, Juan tuvo que echar mano de tropas mercenarias.
Con esta tónica llegamos a 1213, cuando una armada inglesa, al mando del conde de Salisbury, William Longespée se topa por casualidad con su homóloga francesa capitaneada por Savari de Mauléon en el puerto de Damme, en Flandes, mientras la mayoría de sus tripulantes se encontraba en tierra saqueando las costas y asediando Gante, debido a que su conde, Fernando, se negó a enviar tropas al rey francés en la anterior guerra de 1202. Los ingleses lo tuvieron fácil y destruyeron o capturaron la gran parte de los barcos hasta que unos días después llego el ejército francés tras levantar el asedio de Gante que hizo huir a los ingleses. Felipe entro en cólera y mando quemar las restantes naves para que no fuesen capturadas, así como asolar toda la región. Este revés proporciono a Juan un importante botín con el que empezar la campaña al año siguiente, además de eliminar de un plumazo una posible invasión francesa por mar.
Así pues en 1214 se dispuso la invasión de Francia por parte de los aliados. Juan desembarcaría en La Rochelle al sur, mientras sus aliados europeos atacarían desde el norte con el apoyo de un contingente ingles comandado por Guillermo de Salisbury, lo que dividió las fuerzas francesas. Sin embargo el frente sur avanzaría despacio y la batalla decisiva se realizaría en el norte, en las tierras que posteriormente se convertirían en el campo de batalla europeo por excelencia, Flandes. Para hacer frente a Juan, el rey francés envió a su hijo, el futuro Luis VIII. El 2 de Julio, el ejército invasor se encontraba sitiando la fortaleza de Roche-Aux-Moines defendida por el senescal de Anjou Guillaume des Roches tras haber invadido Poitou y Anjou por segunda vez, ya que en meses anteriores el ejercito avanzo sobre esas tierras, pero al toparse con el francés, se retiro con la intención de ser perseguido y alejar así a los franceses del norte, sin embargo esta vez, ante la vista del ejército francés y el peligro que corría de quedar entre las murallas y un ejército enemigo al ver así cortada sus línea de retirada, Juan decidió huir llegando a abandonar los útiles de asedio que posteriormente serian utilizadas por los franceses, que además les hostigaron duramente durante su retirada haciendo uso de su potente caballería. Con esto se corto el avance ingles por el sur.
En el norte, el 26 de Julio Felipe Augusto decidió pasar a la ofensiva y ocupo la ciudad de Tournai, desde donde tuvo noticias del ejército aliado en Valenciennes, que intentaría cortar el camino de retirada hacia Paris, por lo que el 27 los franceses se dirigieron al sudoeste, hacia la localidad de Bouvines, cerca de Lille y de la frontera con la actual Bélgica. Allí el terreno era favorable para su ejército formado por caballería pesada ya que se trataba de una gran llanura, aunque un pequeño rio, el Marque, obligaba a los franceses a cruzarlo por un angosto puente para poder desplegarse, por lo que Otón IV decidió tomar esa ventaja y esperarles para atacarles en ese momento de vulnerabilidad. Por suerte para Felipe, el duque de Brabante se encontraba entre las filas imperiales y advirtió a éste de la estrategia, lo que permitió mandar una avanzada de ingenieros que ensancharon el puente, que aunque ayudo a cruzar a gran parte del ejército, la caballería no pudo hacerlo antes de que Otón plantara batalla al otro lado del rio.
BATALLA
El ejercito ingles contaba con unos 15.000 soldados frente a los 20.000 aliados. Bajo una tarde soleada, los franceses se desplegaron formando 3 cuerpos en oblicuo tras atravesar Bouvines: El ala izquierda comandada por Roberto de Dreux con la caballería al frente y la infantería en retaguardia, el centro al mando del propio rey, con la infantería y ballesteros en vanguardia y caballeros a retaguardia, y la derecha con el duque de Borgoña, igual disposición que el ala izquierda. Los caballeros de las alas formaron una sola fila a fin de alargar ésta y no ser flanqueados por el enemigo superior en número. A pesar de la estrategia de Otón, cuando este llego no se encontró a un ejército cruzando el puente como él esperaba, si no ya formado para plantarle batalla, por lo que conforme sus fuerzas fueron llegando fue ordenándolas en tres frentes al igual que los franceses: a la derecha el conde de Salisbury con la caballería en vanguardia y los piqueros y ballesteros en retaguardia, el centro para el propio Otón con piqueros flamencos y alemanes en vanguardia, considerados los mejores del momento y caballería en retaguardia. Y la izquierda para el duque de Flandes con caballería a vanguardia y piqueros a retaguardia. Ambos frentes alcanzaban los 2 kilómetros de anchura. La composición de los ejércitos era variada, ya que cada vasallo llevaba tropas de diferente procedencia y una de las principales armas utilizadas por los soldados de infantería era una pica con un gancho, que se utilizaba para sacar a los caballeros de sus caballos.
Ante la llegada escalonada de las tropas aliadas, los franceses decidieron tomar la iniciativa, sorprendiendo al enemigo en su fase de despliegue. 300 caballeros del obispo de Senlís rompieron la formación del ala derecha de Guillermo junto con otra unidad de caballería que ataco desde atrás, a los que se unieron caballeros borgoñones que atacaron el ala derecha y consiguieron capturar al conde de Flandes. El empuje inicial fue desvaneciéndose y creándose una melé con una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo con picas y hachas, hasta que lentamente, debido a la inferioridad numérica, los franceses se replegaron a sus posiciones iniciales. Según el historiador Alain Streck: Habría sido una verdadera escena de carnicería. En estas batallas medievales tempranas, el tiro con arco no se había desarrollado por completo, por lo que la matanza fue de cerca. Y los líderes estaban en el centro".
Por su parte, Otón envió a sus piqueros contra el centro de Felipe en lo que se suponía un combate con claros tintes personales. Éstos, flanqueados por la cabelleriza, desmoronaron las primeras líneas de infantería hasta llegar a las líneas de caballería, donde se encontraba el rey francés, que ordeno un contraataque de su caballería. A pesar de que los piqueros eran más numerosos, y sus armas efectivas contra la caballería, la francesa estaba fuertemente acorazada y podía aplastar a éstos. Durante el ataque, Felipe quedo momentáneamente rodeado de enemigos y fue derribado de su caballo con una pica, pero por suerte para él, enseguida fue auxiliado y rodeado por sus tropas que le protegieron y le proporcionaron una nueva montura, tras lo cual se deshicieron de la maraña de infantes que los rodeaban. Las tornas se invirtieron, el empuje de la caballería francesa se abrió paso hacia la posición de Otón, que pronto entraron en combate formando una melé con intercambio de espadazos y hachazos. Otón también fue desmontado cuando su caballo fue herido, y al igual que anteriormente, Guillaume de Barres se lanzo a su captura, pero de nuevo el destino se alió con el gobernante, el caballo de Guillaume fue alcanzado y freno su avance. La guardia sajona rodeo al emperador y se le restituyo la montura. Otón no afrontaría el desliz como su homologo francés, ya que ante la visión de la posibilidad de haber sido capturado huyo del campo de batalla hacia Valenciannes. Con esto ocurrió lo que suele en los casos de huida o muerte del comandante, la consecuente desmotivación de las tropas. En el centro ésta se produjo de forma más o menos ordenada, con los caballeros sajones y westfalianos cubriéndola, aunque no fue la tónica general. El ala derecha alemana, que había quedado descubierta en su apoyo del centro, fue atacada de nuevo por los franceses que pudieron flanquearla y atacarla desde detrás, aniquilando la caballería y capturando a Guillermo de Salisbury. En el ala derecha, la infantería del conde de Boulogne, Renaud de Dammartin continúo la lucha formando un círculo de picas con la caballería en el interior, desde donde protagonizaron alguna carga. Sin embargo, a pesar de la heroica resistencia, tras 3 horas de combate la batalla finaliza con la rendición de éstos.
Las bajas, que no se estiman muy numerosas, solo unos 1.000 muertos en cada bando, fueron más importantes para los aliados, ya que se perdieron mayor numero de caballeros y en la retirada, los franceses capturaron unos 9.000 prisioneros, entre los que se encontraban los mencionados condes de Flandes, Holanda, Boulogne y Salisbury.
A pesar de la inferioridad numérica la batalla se decidió por la determinación y cohesión francesa, así como el uso de su pesada caballería, ya que según Jhon France:
“Lo que dijo a favor de los franceses fue su mando unificado". "Los aliados eran un ejército de coalición que solo se había reunido por primera vez cuatro días antes de la batalla. En aquellos días, los ejércitos de coalición como ese eran inherentemente inestables".
CONSECUENCIAS
El rey Juan tuvo que volver a su tierra humillado y en bancarrota, lo que unido a los ya hostiles barones y las inmiscuencias del rey francés, obligaron al rey a firmar la famosa Carta Magna el 15 de Junio de 1215, en la que se reconocía ciertas garantías de sus vasallos, así como la libertad de la iglesia en sus propias elecciones y la instauración de ciertos derechos que a la postre sentarían la base de la democracia. Para Sean Mcglynn: "Bouvines fue la gota que colmó el vaso. Si John hubiera ganado la batalla, la Carta Magna podría haberse evitado. Pero fue la decisión decisiva de la derrota. Todos sus impuestos se habían desperdiciado. Estaba debilitado y los barones vieron su oportunidad".
Cuando Otón IV su posición de por sí ya debilitada ante el doble nombramiento de Federico II como Rey de Romanos en años anteriores, se le unió la conquista por parte del Hohenstaufen de Aachen y Colonia, quedándole solamente sus posesiones en Brunswick. En 1215 Federico seria refutado de nuevo y Otón tuvo que abdicar para morir tres años después, siendo el último de la dinastía Güelf.
A Felipe Augusto le esperaba la gloria. Tras Bouvines vino una época dorada para la monarquía francesa, iniciada desde Hugo Capeto, alcanzando con Felipe su culmen y permitiendo a la dinastía ser la principal potencia en Europa durante los siguientes 1000 años.
La importancia de la batalla para los franceses fue crucial. Una derrota hubiese significado la pérdida de todo el sur y oeste a manos inglesas, la independencia total de los condados flamencos en el norte y la conquista del este por los alemanes.
El resurgimiento del poder imperial en Francia y la caída de éste en Inglaterra, condujeron a Francia en siglos posteriores hacia el absolutismo y a Inglaterra hacia las libertades.
JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
- Martin aurell. La bataille de la Roche-aux-Moines. Jean sans Terre et la prétendue traítrise des Poitevins
- Hugh Schofield. La batalla más importante de la que probablemente nunca hayas oído hablar. BBC
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