IMPERIOS PRECOLOMBINOS.
Las grandes civilizaciones precolombinas de América son aquellas que existieron en el continente antes de la llegada de Cristóbal Colón en 1492. Estas civilizaciones desarrollaron complejas estructuras sociales, económicas, políticas y culturales, y dejaron un legado significativo en la historia de la humanidad. Algunas de las más destacadas son:
LOS MAYAS.
La civilización maya es una de las más emblemáticas y misteriosas de la América precolombina. Desarrollada en las regiones que hoy conforman el sureste de México, Guatemala, Belice, y partes de Honduras y El Salvador, los mayas construyeron una de las culturas más avanzadas del continente en términos de arquitectura, astronomía, matemáticas y escritura. Este artículo aborda la historia de la civilización maya, desde sus orígenes hasta la llegada de los europeos.
Los orígenes de la civilización maya se remontan al periodo Preclásico, cuando los primeros asentamientos agrícolas comenzaron a aparecer en la región. Durante este tiempo, los mayas desarrollaron la agricultura, especialmente el cultivo del maíz, que se convirtió en la base de su economía y cultura. Alrededor de 1000 a.C., las aldeas se expandieron en tamaño y complejidad, y comenzaron a aparecer los primeros centros ceremoniales.
Durante el Preclásico Tardío (c. 300 a.C. - 250 d.C.), las ciudades mayas como El Mirador y Nakbé en la cuenca del Petén alcanzaron un considerable desarrollo arquitectónico, construyendo enormes pirámides y complejos ceremoniales. Aunque esta fase es menos conocida que los periodos posteriores, marcó el inicio de las características culturales y religiosas que definirían a los mayas.
El Periodo Clásico es considerado la edad de oro de la civilización maya. Durante este tiempo, los mayas desarrollaron ciudades-estado poderosas como Tikal, Calakmul, Palenque, Copán y Caracol. Estas ciudades eran centros políticos, económicos y religiosos que dominaban la región. Tikal y Calakmul fueron dos de las ciudades más importantes, con una rivalidad que duró siglos. Estas ciudades, junto con otras, participaron en una compleja red de alianzas y conflictos. El arte, la escritura jeroglífica y la astronomía alcanzaron niveles de gran sofisticación durante este periodo. Los mayas desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica, el único sistema completo de escritura en Mesoamérica, que usaron para registrar eventos históricos, dinásticos y religiosos en estelas y códices.
La religión desempeñaba un papel central en la vida maya. Los reyes, o ajaw, eran vistos como intermediarios entre los dioses y los hombres, y las ceremonias religiosas a menudo incluían sacrificios humanos. Los mayas también desarrollaron un calendario preciso basado en observaciones astronómicas, que incluía un ciclo solar de 365 días y el famoso ciclo de la Cuenta Larga, que abarcaba períodos de miles de años.
A partir del siglo IX, muchas de las grandes ciudades del sur maya comenzaron a decaer, marcando el final del Periodo Clásico. Las razones de este colapso son objeto de debate, con teorías que incluyen el agotamiento de los recursos naturales, conflictos internos, cambios climáticos y la presión de grupos externos. Sin embargo, la civilización maya no desapareció.
Durante el Periodo Posclásico, las ciudades del norte como Chichén Itzá, Uxmal y más tarde Mayapán se convirtieron en importantes centros de poder en la península de Yucatán. Chichén Itzá, en particular, se destacó por su arquitectura monumental, influenciada por la cultura tolteca, con la construcción de edificaciones como El Castillo y el Templo de los Guerreros. En la región de las tierras altas de Guatemala, la ciudad de Q'umarkaj se convirtió en la capital de los K'iche', un reino que dominó gran parte de las tierras altas hasta la llegada de los españoles. Durante este tiempo, la organización política maya se volvió más descentralizada, con la formación de pequeños reinos que a menudo estaban en guerra entre sí.
La llegada de los españoles en el siglo XVI marcó el comienzo del fin para las últimas ciudades mayas. En 1524, Pedro de Alvarado, uno de los lugartenientes de Hernán Cortés, inició la conquista de Guatemala, derrotando a los K'iche' en la Batalla de Utatlán. A pesar de la resistencia feroz de los mayas, la superioridad militar española, junto con las enfermedades introducidas, aceleró el colapso de los últimos reinos mayas.Sin embargo, algunas ciudades mayas como Tayasal en el Petén, resistieron hasta bien entrado el siglo XVII. Tayasal, la última ciudad-estado maya, fue finalmente conquistada en 1697, marcando el fin de la civilización maya independiete.
El legado de la civilización maya es inmenso y perdura hasta nuestros días. Millones de personas en el sur de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador todavía hablan lenguas mayas y practican tradiciones culturales que se remontan a sus antepasados. El conocimiento astronómico y matemático de los mayas, especialmente su sistema de calendario, sigue siendo estudiado y admirado.Las ruinas de las ciudades mayas, como Tikal, Palenque y Chichén Itzá, son Patrimonio de la Humanidad y continúan atrayendo a estudiosos y turistas de todo el mundo. Además, el interés contemporáneo en los códices mayas y la descodificación de sus jeroglíficos ha revelado una rica historia literaria e intelectual.
LOS AZTECAS
El Imperio azteca (mexica), conocido también como el Triple Alianza, fue una de las civilizaciones más poderosas y avanzadas de Mesoamérica antes de la llegada de los españoles. Su historia es un testimonio de expansión militar, sofisticación cultural y compleja organización social.
Los aztecas se originaron como un grupo nómada en la región del norte de México, conocido como Aztlán, de donde proviene su nombre. Según la leyenda, fueron guiados por su dios patrono, Huitzilopochtli, hacia el Valle de México, donde finalmente, una parte de ellos, los mexicas, se establecieron en una isla en el lago Texcoco. Allí, en 1325, fundaron su capital, Tenochtitlan. La ubicación fue seleccionada tras el avistamiento de un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente, un símbolo que hoy en día forma parte del escudo de México
Al principio, los mexicas estuvieron subordinados a otros poderes regionales, como los tepanecas de Azcapotzalco. Sin embargo, tras aliarse con las ciudades-estado de Texcoco y Tlacopan en 1428, formaron la Triple Alianza, que fue la base de su expansión imperial. Bajo el liderazgo de Itzcóatl (1427-1440), los mexicas derrotaron a los tepanecas y comenzaron a consolidar su dominio en el Valle de México.Los siguientes tlatoanis (emperadores) aztecas, como Moctezuma I (1440-1469) y Axayácatl (1469-1481), continuaron expandiendo el imperio a través de conquistas militares. Para finales del siglo XV, el Imperio azteca controlaba gran parte de Mesoamérica, incluyendo partes de lo que hoy es México central, sur y este.
El Imperio mexica se caracterizó por una compleja organización social jerárquica. En la cúspide de esta estructura estaba el tlatoani, el gobernante supremo, considerado un representante divino en la tierra. El imperio estaba dividido en calpullis, o barrios, que funcionaban como unidades básicas de organización social y económica. Cada calpulli tenía su propia tierra comunal y estaba gobernado por un jefe local. La economía se basaba en la agricultura, especialmente en el cultivo de maíz, frijoles y chiles, utilizando sistemas avanzados como las chinampas, islas artificiales creadas en los lagos para la producción intensiva de alimentos. Además, el comercio desempeñaba un papel crucial, facilitado por un extenso sistema de mercados y rutas comerciales. Los aztecas utilizaban el cacao, textiles y otros bienes como moneda de cambio.El tributo era una parte esencial del control imperial. Los pueblos conquistados debían pagar tributos en forma de productos agrícolas, textiles, objetos de lujo y prisioneros para sacrificios. Este sistema de tributo permitió a Tenochtitlan acumular una gran cantidad de recursos y mantener su hegemonía.
La religión mexica era politeísta, con un panteón de dioses que reflejaban los aspectos naturales y sociales de su mundo. Huitzilopochtli, el dios de la guerra y el sol, era la deidad principal. Los aztecas creían que para mantener el equilibrio del universo y la fuerza del sol, era necesario ofrecer sacrificios humanos, lo que se convirtió en una práctica central en su religión.
Su cultura se destacó por sus logros en arquitectura, escultura, poesía y codices pictográficos. Tenochtitlan, con sus templos, palacios y calzadas, fue una de las ciudades más impresionantes del mundo precolombino. La educación también era importante; los hijos de los nobles asistían a escuelas llamadas calmécac, donde se les instruía en historia, religión y gobierno, mientras que los plebeyos asistían a escuelas llamadas telpochcalli, donde aprendían oficios y habilidades militares.
A inicios del siglo XVI, el imperio alcanzaba su apogeo bajo el reinado de Moctezuma II (1502-1520). Sin embargo, la llegada de los españoles liderados por Hernán Cortés en 1519 marcó el comienzo del fin para el imperio. Inicialmente, Moctezuma II intentó negociar con los españoles, pero la desconfianza y los malentendidos entre ambas culturas llevaron a un conflicto inevitable.En 1520, Moctezuma II fue capturado por los españoles y murió en circunstancias controvertidas. Su sucesor, Cuitláhuac, intentó resistir la invasión, pero sucumbió a una epidemia de viruela, una enfermedad traída por los europeos que devastó a la población indígena. El último tlatoani, Cuauhtémoc, lideró una feroz defensa de Tenochtitlan, pero la ciudad finalmente cayó el 13 de agosto de 1521, después de un largo y sangriento asedio. Con su caída, comenzó la colonización española de México.
A pesar de su destrucción, el legado sigue vivo en la cultura mexicana moderna. La lengua náhuatl, hablada por los aztecas, todavía es utilizada por más de un millón de personas en México. Muchos aspectos de la cultura azteca, como su arte, mitología y sistema de escritura, continúan siendo estudiados y admirados. Además, el México moderno conserva una profunda conexión con su pasado azteca, como lo refleja el uso del águila y el nopal en el escudo nacional.
EL IMPERIO INCA.
El Imperio inca, conocido como el "Tawantinsuyu" en quechua, fue la entidad política más extensa y poderosa de América precolombina. Su historia es un ejemplo de rápida expansión territorial, sofisticada administración y notables logros en arquitectura, ingeniería y agricultura.
La historia del Imperio inca comienza en la región andina de lo que hoy es Perú. Según la tradición oral y las crónicas, los incas se originaron en la región de Cusco. Los primeros incas fueron líderes de una pequeña comunidad agrícola que, alrededor del siglo XIII, empezó a consolidar su poder bajo la figura de Manco Cápac, el primer gobernante mítico. A pesar de la falta de registros escritos de esta época, se sabe que los incas emergieron como una fuerza importante en Cusco, al tiempo que enfrentaban y sometían a otras etnias locales.
El verdadero auge del Imperio Inca comenzó con Pachacútec (1438-1471), noveno gobernante y una figura clave en la historia incaica. Pachacútec no solo transformó Cusco en una majestuosa capital, sino que también inició una serie de conquistas que sentaron las bases del Tawantinsuyu. Bajo su liderazgo, los incas comenzaron una expansión territorial sin precedentes, incorporando regiones que iban desde el actual Ecuador hasta el centro de Chile.
Pachacútec implementó un sistema de administración complejo, basado en la división del imperio en cuatro suyus (regiones), que se encontraban en Cusco, el ombligo del mundo. Cada suyu estaba bajo el control de un gobernador y se subdividía en provincias más pequeñas llamadas *wamani*. La estructura administrativa fue fundamental para mantener la cohesión del vasto imperio.
El hijo de Pachacútec, Túpac Yupanqui (1471-1493), y su nieto Huayna Cápac (1493-1527) continuaron con la expansión y consolidación del imperio. Durante su reinado, el Tawantinsuyu alcanzó su máxima extensión, cubriendo más de dos millones de kilómetros cuadrados y albergando a una población de aproximadamente 10 millones de personas.
El éxito de la administración inca se basaba en una combinación de control centralizado y respeto por las tradiciones locales. Los incas implementaron el mitma, un sistema de reubicación de grupos étnicos para prevenir rebeliones y fomentar la lealtad al estado incaico. También utilizaban el quipu, un sistema de cuerdas con nudos que servía para llevar registros numéricos y, posiblemente, algunos aspectos narrativos.
La economía del imperio estaba basada en la agricultura, especialmente en el cultivo de maíz, papas y quinua, y en la cría de llamas y alpacas. La infraestructura desarrollada por los incas, como los andenes (terrazas agrícolas) y los caminos que conectaban las regiones del imperio, fue clave para su éxito económico.
La religión inca era politeísta, con el dios Inti, el dios Sol, como la deidad principal. El Inca, el gobernante supremo, era considerado el hijo del Sol, lo que reforzaba su autoridad divina. Los incas realizaban ceremonias y sacrificios para mantener el favor de sus dioses, especialmente en épocas de crisis.
La cultura incaica se manifestó en su arquitectura monumental, como la ciudad de Machu Picchu, y en su cerámica, textilería y metalurgia. Las construcciones incas, hechas de piedra, sin el uso de mortero, han perdurado hasta nuestros días, demostrando su impresionante conocimiento de la ingeniería.
El imperio comenzó a mostrar signos de debilidad con la muerte de Huayna Cápac, probablemente a causa de una epidemia de viruela, una enfermedad traída por los europeos. La muerte de Huayna Cápac llevó a una guerra civil entre sus hijos, Huáscar y Atahualpa, por la sucesión. Esta guerra debilitó al imperio justo antes de la llegada de los conquistadores españoles.
En 1532, el conquistador español Francisco Pizarro capturó a Atahualpa en la batalla de Cajamarca. A pesar de un considerable rescate pagado en oro y plata, los españoles ejecutaron a Atahualpa, lo que desató la desintegración del Tawantinsuyu. La superioridad militar española, junto con las alianzas con pueblos sometidos y las enfermedades traídas de Europa, precipitó la caída del Imperio inca en 1533.
El legado del Imperio inca es inmenso y perdura en la cultura, lengua y tradiciones de los pueblos andinos. El quechua, la lengua del imperio, sigue siendo hablado por millones de personas. La ingeniería inca y su sistema agrícola son aún admirados y estudiados. Además, el Tawantinsuyu continúa siendo un símbolo de resistencia y orgullo para las naciones andinas.
JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
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D'Altroy, Terence N. The Incas. Oxford: Blackwell Publishing, 2002
:León-Portilla, Miguel. La visión de los vencidos. México: UNAM, 1959.
Smith, Michael E. The Aztecs. Oxford: Blackwell Publishing, 2003.
Sharer, Robert J., y Loa P. Traxler. The Ancient Maya. Stanford: Stanford University Press, 2006
.Schele, Linda, y David Freidel. A Forest of Kings: The Untold Story of the Ancient Maya. New York: William Morrow and Company, 1990.
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