LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS.



ORÍGENES.

Los siglos XIV y XV serán testigos de una larga guerra entre dos potencias del occidente europeo, Francia e Inglaterra, aunque realmente se trató de varios conflictos entre 1337 y 1453by no de uno solo prolongado en el tiempo.
Las hostilidades tienen varios orígenes. El primero es la confiscación del condado de Aquitania, cuyo titular era el monarca de Inglaterra, pero teniendo que brindar curiosamente vasallaje al rey francés por su posesión. El segundo, la lucha dinástica por la corona francesa, pues en 1328 muere el último capeto sin descendencia, instalándose su pariente varón más cercano y fundando una nueva dinastía, los Valois. Pero al confiscar Aquitania, el rey Inglés, que también estaba emparentado con los Capeto, reclamará el trono y declarará la guerra.

A priori Francia venía siendo mayor potencia que Inglaterra, sin embargo ya había dado síntomas de debilidad, como en la rebelión de Flandes, donde su potente caballería pesada fue derrotada por milicas locales, sufriendo mucho para aplastar la rebelión. A esto se le unían fuertes problemas financieros y la cuestión del cambio dinástico, todavía sin asentar y que fue aprovechado por Navarra para independizarse.

Inglaterra, más pequeña y con menos población, también había vivido momentos de convulsión interna, pero la llegada de Eduardo III había dado estabilidad al reino, que contaba con un ejercito moderno y muy experimentado debido a las guerras contra Escocia.




PRIMERA FASE.

Hasta 1360 el dominio fue inglés. Eduardo III supo aprovechar las rebeliones de Flandes y Bretaña para introducir sus tropas con la connivencia de los sublevados.
En 1340, la flota inglesa derrotó a la francesa en la batalla de La Esclusa, cerca de Brujas, asegurándose el dominio marítimo.

A continuación, el ejercito ingles infligió dirás derrotas a los francés en Crécy (1346) y Poitiers (1356), gracias a la estrategia seguida por los ingleses de escoger posiciones defensivas, fortificarlas y eliminar a la caballería pesada francesa con sus arqueros cuando está quedaba encallada. Gracias a sus victorias, se tomó Calais y se realizaron expediciones de saqueo por el interior de Francia.
Con esto, la monarquía francesa sufrió una gran crisis, no sólo económica y reputacional, ya que en 1358 se produjo una violenta rebelión campesina, conocida como la Jaquerie, descontentos con la nobleza que no conseguía defenderlos de los saqueos ingleses, que casi coincida con otra revuelta burguesa en París contra el gobierno.

Esto llevó a Francia a pactar una tregua con Inglaterra en 1360, que vio como su ducado de Aquitania crecía en territorio llegando a ocupar casi un tercio del territorio francés, además de obtener plena soberanía sobre el mismo, dejando de rendir vasallaje.






LA FASE IBÉRICA.


Viendo la superioridad militar inglesa, Francia va a buscar apoyo internacional a otros reinos. Uno de ellos era Castilla, quien solicito el apoyo de su flota. Sin embargo, Alfonso XI quiso permanecer neutral, por lo que los franceses tuvieron que esperar a su sucesor, Pedro I, se viera involucrado en una guerra contra su hermano bastado Enrique de Trastámara y parte de la nobleza castellana. Enrique se exilió en Francia, quien le proporcionó soldados que en ese momento estaban desempleados tras la tregua con Inglaterra, consiguiendo invadir Castilla y destronar a Pedro I en 1366.

Pedro, buscó alianza con los ingleses, volviendo al año siguiente con un ejército comandado por el Hijo de Eduardo III, el "Príncipe Negro".

En la batalla de Nájera, Pedro obtuvo la victoria y de nuevo la corona paso a su cabeza. Al no querer pagar el dinero estipulado a los ingleses, estos abandonaron el reino, dejando el camino libre para que Enrique contraatacara en 1369 y logrará vencer y dar muerte a Pedro en Montiel, por lo que con esto el reino recobró su estabilidad y Francia se ganó un aliado.

Los conflictos no quedaron allí, pues en 1383, el hijo de Enrique, Juan I, intento anexionarse Portugal, quien con la ayuda de soldados ingleses, derrotó a Juan en la batalla de Aljubarrota en 1385, salvando su independencia.
Con esta derrota, Juan de Gante, Duque de Lancaster y por entonces, regente de Inglaterra, decidió reclamar el trono castellano al estar casado con una hija de Pedro I.

En 1386 desembarcó en Galicia con un potente ejército aunque gracias al apoyo francés, los castellanos lograron rechazar a los ingleses en la meseta. Con esto, se llegó a un acuerdo de matrimonio dinástico y los ingleses regresaron a sus dominios, concluyendo la fase ibérica de la guerra.






LA RECUPERACIÓN DE FRANCIA.


Tras conseguir imponer en el trono castellano a su candidato, Francia se replantea continuar con la guerra utilizando la armada castellana como apoyo. Está, derrotará a los ingleses en la batalla de La Rochela en 1372, por lo que la conexión de los ingleses con sus posesiones en el continente se volverá muy complicada, además de sufrir incursiones en la propia isla.

Además, los franceses comenzaron a usar una nueva táctica en tierra. Ante la superioridad militar inglesa, se optó por una guerra de desgaste, ya que contaba con una superioridad logística.

Mediante escaramuzas y golpes de mano, comandados por el condestable Bertrand de Guesclin, los franceses fueron cosechando éxitos y reconquistando territorios hasta reducir el dominio inglés de Aquitania a una estrecha franja costera.

Para contrarrestar, los ingleses mandaban profundas expediciones de saqueo en territorio francés, pero sin ninguna repercusión estratégica, ya solo se obtenía botín, pero ninguna ventaja militar, lo que hacía prever una victoria francesa para 1380.





LAS TREGUAS.


En 1389, Francia e Inglaterra firmaron un acuerdo de paz en Leunlinghen, que se iría renovando sucesivamente hasta 1404. Esto fue posible gracias a los problemas internos y al desgaste de ambos reinos. En Inglaterra, el aumento de la presión fiscal para sostener la guerra, desencadenó una rebelión campesina contra un nuevo impuesto (Poll Tax) en 1381 y en 1399 se produjo la rebelión Lancaster, una revuelta nobiliaria que destronó a Ricardo II y puso a Enrique Lancaster como monarca, teniendo que disponer de un tiempo para asentar la nueva dinastía.
Francia, con Carlos VI ascendiendo siendo aún menor en 1380, estaría gobernada por un grupo nuevo de regencia por los duques de Anjou, Berry y Borgoña. Cuándo alcanzó la mayoría de edad, el consejo se retiró, pero al manifestar síntomas de desequilibrios mentales, el consejo volvió a hacerse cargo de la regencia. 

A principios del siglo XV, el consejo se dividió en dos partidos: los borgoñones y los armagacs. Ambos entraron en disputa por decidir quien tenía que ser el nuevo monarca. Los borgoñones apostaban por el propio duque de Borgoña, lo que sembraría el embrión de un futuro estado independiente, mientras que los armagacs, apostaban por el delfín (príncipe heredero) Carlos VII.

La guerra civil que se desencadenaría, sería aprovechada por Inglaterra, cuyo rey, Enrique Lancaster, ya había afianzado su gobierno y estaba en disposición de llevar la guerra de nuevo al continente.




LA CONTRAOFENSIVA INGLESA.


En 1415, con el nuevo rey Lancaster, Enrique V ya asentado en el trono inglés, se realizó una nueva invasión en territorio francés. Tras un desembarcó en el norte de Francia, los franceses se apresuraron a formar un ejército y marchar a enfrentar a los anglos. Sin embargo, ese mismo año, la potente caballería pesada francesa fue derrotada en la batalla de Azincourt por los arqueros ingleses, lo que dejó paso expedito para la conquista de Normandía.

Además, Enrique V logró un acuerdo con el partido de los borgoñones, en detrimento de los armagacs y se casó con una hija del rey Carlos VI de Francia, por lo que se le declaró como heredero del trono, teniendo que huir el delfín Carlos (el hijo de Carlos VI).

En 1422, ambos monarcas fallecieron, por lo que Enrique VI, hijo de Enrique V heredó ambas coronas. Al ser menos de edad, la regencia la ocuparía un tío suyo, el duque de Bedford.

Aunque parecía que el proyecto de una doble monarquía establecido en el pacto de Troyes tras la batalla de Azincourt parecía estar consolidado. Sin embargo, el exiliado delfín Carlos, todavía contaba con apoyos en el centro y sur de Francia, por lo que comenzó a organizar la resistencia.








LA VICTORIA FINAL.


En 1428 los ingleses se encontraban asediando la ciudad rebelde de Orleans. Cuando todo parecía perdido, una joven francesa llamada Juana de Arco se presentó ante el delfín Carlos afirmando haber escuchado a Dios que le llamaba a liberar Francia de los ingleses.

El delfín decidió aprovechar este hecho y la mandó a Orleans con un ejército de socorro, pensando que la supuesta revelación divina podría alentar a los franceses, pues para las decisiones militares estaba asesorada por comandantes profesionales.

En 1429, Juana y su ejército de socorro consiguieron levantar el asedio y seguidamente, con la alta moral, prosiguió avanzando hacia Reims, donde tras tomarla, se coronó al delfín Carlos como rey de Francia.

Sin embargo, poco después, los borgoñones, aliados de los ingleses, consiguieron capturar a Juana y entregarla a estos, que la quemaron en la higuera como hereje.
A pesar de la perdida, los franceses habían retomado la esperanza y con Carlos VII demostrando ser un gran político, logró importantes avances, como la firma del tratado de Arras, donde el duque de Borgoña cambiaba de bando en favor del monarca francés, a cambio de una autonomía casi plena respecto a Francia.
Tras unas reformas administrativas y militares, se creó un potente ejército profesional dotado de moderna artillería, que le dió una ventaja sobre el ejercito ingles.

Los resultados no se hicieron esperar. Recuperó Paris y expulsó a los ingleses del norte de Francia. Acto seguido, se dirigió a la Guyena, donde tomó Burdeos en 1453, poniendo fin a la larga contienda con un tratado de paz donde se arrebataba a los ingleses todas sus posesiones en Francia excepto Calais.






JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.






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Bibliografía:


- Historia medieval. Ana Echevarría Arsuaga. Julián Donado Vara. EU Ramón Areces.

-Atlas histórico de la Edad Media. Ana Echevarría y José M. Rodríguez. EU Ramón Areces.






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