TROPAS DE ÉLITE EN LA ANTIGÜEDAD.

 



Todos los grandes reinos e imperios han basado su supervivencia en gran parte a la tenencia de un poderoso ejército con unas tropas que destacaran sobre el resto. En este artículo vamos a ver 4 de estos tipos de tropas que destacaron en la antigüedad, llegando hasta nuestros tiempos relatos de su valía, siendo algunas de ellas consideradas como las mejores de la historia.



LOS HOPLITAS ESPARTANOS.



Su origen puede remontarse al siglo VI a.C. cuando fueron derrotados por Argos en Hisias (669 a.C.). Esto les dio a entender que para mantener la paz en el Peloponeso e imponerse a sus súbditos hilotas, debían cambiar todo su modelo social y militar, lo que llevaría al surgimiento de una de las infanterías más famosas de la historia.  

El férreo entrenamiento de los hoplitas comenzaba desde los 7 años, cuando eran apartados de sus familias para ingresar en la Agelai. Cuando finalizaban su formación, sobre los 20 años, se les entregaba un lote de tierras que trabajaban los esclavos hilotas, para que su única misión fuese la bélica. Además, se reforzaba la camaradería en las sisitias.

La panoplia era la típica del guerrero hoplita griego: El kranos, que era el casco, usando diferentes modelos según la época; el hoplón, que era el escudo de unos 90 centímetros de diámetro y de donde se toma el nombre de hoplita, tenía forma redonda y era cóncavo en la parte interior para poder guarecerse y utilizar toda la fuerza del cuerpo para empujar. Así mismo, al ser convexo en la parte exterior, permitía desviar hacia los extremos la fuerza de las armas enemigas que impactaban contra ellos. La armadura o tórax era muy pesada, lo que daba una gran protección pero a su vez hacia más lentos los movimientos y en verano daban mucho calor, por lo que también se usaban las linotórax, o armaduras algo más ligeras hechas con lino y pequeñas placas de bronce. Las dory eran las lanzas, que solían ser de unos 2,5 metros rematadas con una hoja de unos 40 centímetros de bronce y con un contrapeso afilado en el otro extremo de la lanza que también servía para rematar enemigos. Las espadas o sífox eran algo más cortas de lo normal, ya que al considerarse tan efectivos en la batalla, les empujaba más al combate cuerpo a cuerpo, siendo de una sola hoja y se utilizándose cuando se fracturaba la lanza. Se usaba una capa de color rojo, ya que así las manchas de sangre se veían menos y además tardaba mas en ensuciarse. Por último, se les permitía dejarse el pelo largo, pues así pensaban que su aspecto era mas fiero. Los mejores soldados eran los hippeis, la guardia personal de los reyes.






Su superioridad en los campos de batalla se hizo notable en las guerras médicas, contra los persas, o en las guerras del Peloponeso, luchando contra la liga Ático-Délica, siendo prácticamente invencibles. Su primera gran derrota ocurrió ya en el 371 a.C. cuando Esparta se enfrentaba a la liga Beocia comandada por Tebas, que previamente había diseñado un cuerpo de ejército únicamente con el fin de poder derrotar a los espartanos, el llamado Batallón Sagrado de Tebas. Tras esta estrepitosa derrota, y la decadencia de la sociedad e instituciones espartanas que venían de hace décadas, comenzó el declive del ejército espartano, si bien pudo sostener al estado espartano hasta su integración en Roma, quedando sus viejas costumbres más como una atracción turística que como un mítico modelo militar.











LOS HONDEROS BALEARES.




Originarios de las islas baleares, estas tropas ligeras fueron empleadas en multitud de ejércitos como mercenarios.

Sus primeras apariciones datan del siglo IV a.C. durante la segunda guerra siciliana, donde los cartagineses los emplearon como primera línea, contra los griegos. Más tarde fueron usados durante las guerras púnicas, esta vez contra los romanos, donde se enfrentaban a los vélites. Por último, con el dominio romano del Mediterráneo y la conquista de las Baleares por estos, donde tuvieron que forrar sus barcos de pieles para que no fuesen seriamente dañados por los proyectiles de los honderos, pasaron a engrosas las filas de estos en diferentes campañas, como por ejemplo, en las Galias con Julio César.






Su equipamiento era muy simple, una túnica corta sin ningún tipo de armadura, un escudo y una jabalina, además de tres hondas, una corta para lanzar a bocajarro, una media y una larga para disparos a larga distancia. Sus proyectiles, llamados glandes, de piedra o incluso de plomo, eran preparados con antelación a la batalla, lijándolos y dándoles forma para reducir su resistencia al aire, llegando a alcanzar mas de 200 km/h, lo que podía partir escudos y armaduras. las hondas eran hechas de cuerda de plantas autóctonas de las islas y los glandes, podían llegar a alcanzar los 500 gramos.

Su principal función, era hostigar las primeras líneas del enemigo y a la caballería, hasta que estas estaban cerca, momento en el que se replegaban dando paso a la infantería. Su mayor precisión y alcance, hacía que fueran usados incluso en detrimento de los arqueros.

A pesar de que se puede pensa
r de la poca efectividad, estas tropas eran muy demandadas por los ejércitos, incluso Julio César los tenía en gran estima.






LA LEGIÓN ROMANA ALTOIMPERIAL.




A lo largo de su dilatada historia, el ejército romano sufrió numerosos cambios, desde las formaciones hoplíticas de la monarquía, hasta las pequeñas y móviles legiones, formadas en gran parte por germanos, de la época bajoimperial.





Pero la más famosa y con la que Roma alcanzo su máximo esplendor, fue la legión altoimperial. Podemos ver sus inicios con la profesionalización de las mismas desde la época de augusto, habiendo sido Cayo Mario, a finales del siglo II a.C. quien realizó las reformas necesarias que darían a luz esa potente maquinaria bélica que fueron las legiones romanas.
Las legiones, cuyo número de integrantes podía variar (entre 3.000 y 6.000) estaban compuestas por auxiliares, caballería y la infantería pesada.

Estas constituían un ejército profesional y no de leva, siendo pagado por sus servicios y firmando un contrato. Se dividían en 10 cohortes, y cada cohorte en 6 centurias, siendo liderada por un centurión pilus prior. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Recibían un esmerado adiestramiento, lo que les permitía aguantar las peores situaciones, conseguir una coordinación excelente y realizar numerosas formaciones o avanzar rápidamente decenas de kilómetros al día...








En cuanto al equipamiento del legionario, utilizaban un arma de filo, generalmente el gladius, un arma arrojadiza, el pilum, un escudo rectangular (escutum), la armadura, generalmente de hierro y de diferentes formas (lorica esquamata o segmentata) y un casco, entre otros útiles del equipamiento. Además, eran expertos en armas de asedio o ingeniería militar.

En la batalla, se valían de sus pilum que arrojaban a las formaciones enemigas antes de pasar al combate cuerpo a cuerpo, donde se valían de su pesado equipamiento y su excelente entrenamiento, moral y táctica para arrasar con los ejércitos enemigos. Podían adaptarse a numerosas situaciones adoptando diferentes formaciones, como la testudo, en círculo, en cuña… aunque lo más general era formar una línea con varias filas de profundidad.








Ya en el siglo III, Diocleciano introduciría cambios en la estrutura de las legiones, que llevarían a su completa modificación hasta el fin del Imperio.





LOS CATAFRACTOS PARTOS.


Con el auge del Imperio parto (S. III a.C.), se desarrolló un tipo de caballería pesada, cuyos orígenes pueden remontarse hasta los hurritas (II milenio a.C.) y posteriormente aqueménidas y que posteriormente serían usados por persas y bizantinos.






Su principal característica era la coraza metálica que recubría la montura, de ahí su nombre, que en griego significa "completamente cubierto". El jinete también iba protegido por una potente armadura. Su principal arma ofensiva era la lanza, con la que ensartaban a sus enemigos tras realizar una potentes cargas contra las líneas enemigas.

La táctica consistía en hostigar al enemigo con la caballería ligera con arco, hasta haces romper las filas enemigas, momento en el los catafractos realizaban una lenta pero brutal carga contra el ejército contrincante.

Dado el elevado coste del armamento, solo los nobles y ricos podían permitírselo, por lo que nunca fueron una unidad demasiado grande.

A pesar del temible aspecto que debía imponer un cuadro de catafractos, la verdad es que para que fuesen decisivos había que esperar a que el enemigo se desorganizase, ya que su elevado peso hacía que las cargas fueran al trote, en vez de al galope, por lo que una línea de infantería bien plantada, les suponía serios problemas. Además, la falta de estribos provocaba que el jinete no estuviese bien fijo a la montura, por lo que ante un choque, podía salir despedido.







JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.

Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.

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Bibliografía:

https://www.youtube.com/watch?v=eV97EUvAs3g

https://balearesantigua.com/los-honderos-balearicos/

HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II. EL MUNDO GRIEGO (2ª)
Autor/es: Fernández Uriel, Pilar. Editorial: U.N.E.D.

De la República de los Lacedemonios- Jenofonte.

BellumArtisHistoriaMilitar.com

Histocast. Blitzocast66-Esparta

MedievalFactory.com

La guerra hispana de Sertorio. José A. López Fernandez. Ed. Almena.

http://imperioromanodexaviervalderas.blogspot.com/2015/07/los-catafractos-y-el-ejercito-parto.html








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