FLAVIO HERACLIO AUGUSTO.
Poco se sabe de su infancia, solo que nació en Capadocia en el año 575 y pronto se traslado con su padre, por entonces importante general del gobierno del emperador Mauricio, a la provincia bizantina de Cartago, de la que posteriormente conseguiría el rango de exarca.
En el 602 Nicéforo Focas asesino al emperador Mauricio y se autoproclamo en Constantinopla, lo que supuso una reacción inmediata del emperador persa Cosroes II, ya que mantenía una relación de amistad personal con Mauricio, ya que le había ayudado a llegar al trono de Persia, invadiendo Siria, Capadocia y adentrándose en Anatolia en diferentes campañas. A su vez, los Ávaros amenazaban la frontera con el Danubio y Heraclio junto a su padre, se revelaron desde Cartago e iniciaron una campaña para retomar Constantinopla y expulsar al usurpador Focas. Heraclio el Viejo (padre) lideró un ejército a través de Egipto mientras Heraclio (hijo) atacó con una flota directamente a la capital, consiguiendo tomarla sin apenas resistencia por la deserción de los excubitores, asesinar a Focas y nombrarse emperador en el 610.
Con esto, el casus belli de Cosroes tendría que haber expirado, pues se había hecho justicia con el asesino de su amigo, pero viendo la posibilidad de tomar Constantinopla y la cantidad de territorios anexionados en los años de campañas anteriores decidió seguir con la política expansiva, por lo que sería el siguiente punto que afrontar para Heraclio. El imperio se encontraba agotado y en principio Heraclio intentó negocias, lo que rehusó el persa alegando que el trono imperial debía recaer sobre Teodosio, un bizantino de su corte que se decía descendiente de Mauricio. Los siguientes años se sucedieron con derrotas bizantinas, estando a punto de trasladar la capital a Cartago debido a la amenaza persa, hasta que en el 622 organizó un ejército y lanzó una contraofensiva a través de Anatolia liderando el mismo al ejército. En su avance obtuvo varias victorias iniciales en Armenia y Capadocia, a las que se seguirían otras en años posteriores, consiguiendo recuperar poco a poco las provincias perdidas. Entre tanto, los pueblos del norte seguían incordiando en las fronteras, llegando incluso a poner sitio a Constantinopla en el 626, siendo defendida con éxito por el patriarca Sergio. En el 627, habiendo obtenido la ayuda de los Jázaros, pueblo túrquico del Cáucaso, emprendió una campaña invernal que derroto a los persas en la batalla de Nínive, en el actual Irak, dejando libre el paso hasta Csifonte, capital persa, que no llegaron a tomar pues Cosroes II fue depuesto por Kavad II, que rápidamente firmó la paz con Heraclio.
Tras recuperar todo el territorio perdido y la reliquia de la Vera Cruz que habían saqueado los persas, tuvo que hacer frente a oro enemigo: Los Árabes, cuya expansión había comenzada solo unos años atrás tras la llegada de Mahoma. A las primeras incursiones a pequeña escala, se sumó la invasión de Siria y Palestina en el 634, y aunque Heraclio, ya enfermo, no pudo dirigir a sus tropas, envió un ejército más numeroso que los musulmanes, pero sorpresivamente fue vencido en la batalla de Yarmuk en 636, volviendo así a perder de nuevo el levante mediterráneo, y no sería lo peor, pues el avance musulmán arrebataría a Bizancio todas sus posesiones africanas en 60 años.
Heraclio demostró ser un gran militar, pero también un hábil gobernante, pues dejo varias herencias, como el cambio definitivo del latín al griego en la administración, puso fin a la corrupción, reorganizó al ejército y algunos autores le hacen responsable de la partición del imperio en Themas, provincias administrativas gobernadas por un Strategos.
José Antonio Olmos Gracia.
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